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domingo, 20 de febrero de 2011

¡Cortén!

Es momento de grandes despedidas. Se trata de alguien que hasta hace poco estaba en tu vida como uno de los actores principales de una película. Pero ese personaje fue deteriorándose, quemándose poco a poco, dejándose ver cada vez menos en escena, hasta que un buen día, ¡sorpresa!, desapareció.
Es entonces cuando todo el mundo se pregunta qué ha pasado. ¿Cómo alguien con tanto peso en tu vida pasa, en cuestión de semanas, a ocupar un lugar tan irrelevante?
De todas formas podría parecer “la crónica de una muerte anunciada”, ya que las relaciones, como los buenos papeles, hay que ganárselos, demostrar que se merecen por méritos propios. El problema es que hay actores que creen que están por encima de una evaluación continua, que, hagan lo que hagan, siempre seguirán mereciendo el Óscar.
Pues en este caso no. En este caso se ha perdido el papel, he cortado la escena en el preciso instante en que no me ha gustado lo que veía. Porque ésta es mi película. Porque ésta es mi vida. Porque aquí mando yo. Porque yo soy la directora. Porque se acabaron las oportunidades. Porque hoy me he armado de valor y he matado a tu personaje.

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